martes, 22 de enero de 2013

Celler Bàrbara Forés

Después de cinco generaciones al frente de la empresa, Bàrbara Forés, de Gandesa (Terra Alta), se ha convertido en una de las bodegas vitivinícolas más reconocidos de la comarca. El punto de inflexión en la empresa familiar se produjo en los años 90 con una clara apuesta por la elaboración de vino de calidad y su comercialización, que ya llega todo el mundo. La empresa recopila un gran número de premios y reconocimientos y ha situado sus vinos en las principales listas vitivinícolas internacionales. Con una producción media de 60.000 botellas al año y siete líneas de vinos, destacan sus blancos aferrados a la tradicional garnacha blanca para transportar los paladares la esencia de un pueblo y de una comarca.

 
La bodega Bàrbara Forés funciona en Gandesa, en la Terra Alta, desde el año 1898. La puso en marcha en Rafael Ferrer Forés, farmacéutico y viticultor quien, se cree que animado por su madre, Bárbara Forés, hizo construir la bodega de la casa solariega donde a finales del siglo XIX comenzaron a embotellar vino. Con la intención de "recordar el respeto y la tradición en la elaboración de los vinos" que ha marcado a su familia, y como reconocimiento de "la capacidad que tiene cada nueva generación para perfeccionar y mejorar la herencia recibida", cinco generaciones después, Carme Ferrer y su marido Manuel Sanmartin, emprendieron una gran renovación de la bodega.

 
A lo largo de casi cien años la bodega se había dedicado a la producción de vino a partir de sus viñedos de garnacha blanca. En las grandes almazaras de la bodega se elaboraba el típico vino "brisat" (hollejos) de la Terra Alta, un vino blanco macerado durante 15 o 20 días, y característico por su color de paja y su gran sabor. A finales de los años 80, con el matrimonio Ferrer-Sanmartin a cargo de la bodega, se hizo una importante apuesta que cambiaría el futuro de aquellos vinos.
"Tuvimos  que proyectar un cambio para sacar un valor añadido de las tierras que se cultivaban y apostaron por la elaboración del vino", explica Carmen Ferrer, actual propietaria de Bárbara Forés. El gran esfuerzo en la elaboración estaba en producir unos vinos que "respondieran a su origen y llegaran a la gente". "Tienes que entrar en unas dinámicas empresariales que la empresa rural no está acostumbrada y lo que más nos costó fue salir a vender y conquistar nuevos mercados", detalla.
Veinte años después de aquella apuesta y de ese cambio, la valoración por el esfuerzo realizado y los resultados es más que buena. "Nos ha permitido seguir y mejorar tanto a nivel de cultivos como en la elaboración de los vinos", apuntó Ferre. Lo más complicado y que ha requerido más tino ha sido la comercialización. La bodega ha promocionado todo, con su presencia en ferias, nacionales e internacionales, y en la búsqueda de pequeños distribuidores que les ayudaran a propagar la marca, "hacer como una mancha de aceite para ir conquistando nuevos mercados", ha apuntado la propietaria de la bodega Gandesa.

 
Una distribución repartida por igual

El principal mercado de la bodega Bàrbara Forés es Cataluña donde se vende entre el 50 y 60% de su producción y donde la marca quiere consolidarse. El resto se exporta. Desde Bélgica, donde se exportaron las primeras botellas de vino de Bárbara Forés, hasta Alemania, Suiza, Holanda o Inglaterra. Sus principales mercado en el extranjero son europeos "porque son más cercanos y se pueden controlar mejor", apunta Ferrer. Pero sus productos también se están exportando a Estados Unidos, México o Japón.
"Lo más importante es hacer nuevos clientes e ir conquistando nuevos mercados y diversificar mucho, para que el día que algo se tambalee, puedas coger bien al resto", destacó la propietaria de Bárbara Forés. De momento, abrir nuevos mercados en Asia se reserva para el futuro aunque se ha intentado alguna exportación que no ha tenido continuidad. Según Ferrer, la asiática es una sociedad donde la cultura del vino todavía tiene que crecer y esto le da muchas posibilidades para las empresas vitivinícolas catalanas.
Ferrer considera que el volumen de exportaciones de Bàrbara Forés todavía debería crecer a la vez que, en el mercado catalán los vinos de la Terra Alta tienen ahora una nueva oportunidad gracias al reconocimiento que han conseguido en los últimos tiempos -la Denominación de Origen Terra Alta ha situado entre las cinco de mayor calidad de Cataluña-.

Reconocimiento y productos

Justamente uno de los últimos premios que ha recibido la bodega Bàrbara Forés ha sido el premio a la Internacionalización de la Cámara de Comercio de Tortosa, "un premio que valora la trayectoria de muchos años", destacó Ferrer. El vino blanco Quintà 2010 de Bárbara Forés fue elegido como mejor vino blanco de Cataluña de este 2012 -el relevo como mejor vino blanco catalán del año 2013 le ha tomado otro vino Terralta y de Gandesa, el Edetària -. Los vinos de Bàrbara Forés llevan años manteniéndose entre los más reconocidos de la DO y destacando en las listas de vinos internacionales, como la lista Parker.
La bodega produce en promedio unas 60.000 botellas de vino cada año a partir del fruto de sus viñas repartidas en 8 fincas que suman un total 22 hectáreas. La bodega produce siete líneas de vino diferentes y tres vinos jóvenes, blanco, rosado y tinto, dos negros crianza, el Templari y el Coma d'En Pou, un blanco crianza, el Quintà, y el vino dulce-. Cuatro de estos vinos dependen del origen de la finca y se elaboran a partir de la zona donde se cultiva la uva que da lugar al vino.
Carme Ferrer, proletaria de Bárbara Forés, destaca el reconocimiento alcanzado por los vinos de la Terra Alta que han conseguido situarse al nivel de las DO vecinas, como la del Priorat o Montsant. "Lo importante es que ofrecemos un punto de diferenciación que otras zonas no daban. Hemos conseguido una aceptación de nuestros vinos blancos por su carácter mediterráneo, por su buena expresión de la insolación, el calor, la sequía". Y es que la variedad autóctona terraltina, la garnacha blanca, por la que ha apostado desde el principio la bodega Bàrbara Forés, sabe hablar como ninguna otra de este territorio, captando su esencia y trasladándola al mundo.




 
Enoturismo

La bodega ofrece desde hace mucho tiempo visitasguiadas para que los turistas puedan conocer de primera mano. "Así enseñas lo que tú haces y la gente valora más tus productos y los entienden mejor", apuntó Ferrer. La apuesta en la Terra Alta por el enoturismo debe pasar también, según Ferrer, por un apoyo al paisaje, "que es lo que nos representa a todos los que producimos vino". Ferrer lamenta que parte de este paisaje no se haya protegido suficientemente a la comarca, sobre todo en la zona de la meseta de la Terra Alta donde se han instalado numerosos parques eólicos.
Desde la bodega Bàrbara Forés han pedido que los estudios de viabilidad que se están llevando a cabo para desarrollar el enoturismo en la Terra Alta tengan en cuenta como uno de los principales valores del paisaje. "Si las entidades, los organismos y las empresas que los están haciendo tocan de manera superficial el tema del paisaje, estamos perdiendo el tiempo y estamos tirando el dinero", sentencia Ferré. "Hay que ser serios con este tema, media comarca está castigada pero la otra mitad aún se puede salvar", añade.
Ferrer ha pedido que tanto la administración como el sector del vino tomen conciencia del valor paisajístico porque "en definitiva venden un vino que representa la tierra, las condiciones del suelo, el clima, la historia, la manera de trabajar de la Terra Alta ". "Ahora ya tenemos unos ingresos del sector de la energía que pueden valorar. Deben decidir si quieren seguir por la apuesta de recibir estos ingresos cargándose el territorio o se cree en el enoturismo", apuntó.




*Reportaje publicado por la Agència Catalana de Notícies

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