El director general de «Arxiu, Biblioteques, Museus i Patrimoni Cultural del Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, Joan Pluma, Bibliotecas, Museos y Patrimonio Cultural del Departamento de Cultura, Joan Pluma; el director de los Servicios Territoriales del Departamento de Cultura en Tarragona, Jordi Agràs; y la directora de Área de Negocio de "la Caixa" en Tarragona Interior, Maica Jané; han inaugurado este mediodía la rehabilitación de la Bodega de la Societat Agrícola de Rocafort de Queralt, en la comarca tarragonina de la Conca de Barberà.
Esta rehabilitación forma parte del programa «Cellers Cooperatius» que desde el año 2009 llevan a cabo conjuntamente la Generalitat de Catalunya y la Obra Social "la Caixa" con el fin de proteger, conservar y difundir el patrimonio cultural catalán configurado por toda una red de bodegas cooperativas y por sus edificios históricos.Las bodegas objeto de actuación están situados en las comarcas del Alt Camp, Conca de Barberà, Priorat y la Terra Alta y fueron construidas entre los años 1913 y 1922. Siete de estas bodegas son obra del arquitecto Cèsar Martinell y en 2002 fueron declarados por la Generalitat de Catalunya Béns Culturals d'Interés Nacional.
El Celler de la Societat Agricola de Rocafort de Queralt
Gracias al programa de ambas instituciones, se ha permitido actuar en esta bodega llevando a cabo un refuerzo estructural del inmueble y la restauración integral de las cubiertas. Para ello se han invertido 350.000 euros. Esta bodega data del año 1918, y significó el «debut» del gran especialista en construcciones agroindustriales de Cataluña, Cèsar Martinell. El resultado final, lleno de innovaciones y atrevimiento arquitectónico, fue una gran plataforma para su carrera.
La arquitectura de las bodegas, con un lenguaje que combinaba modernismo y novecentismo y con Martinell como arquitecto más destacado, «era la más importante y significativa que se producía en nuestros pueblos desde la construcción de los templos parroquiales del siglo XVIII» (Joan Fuguet ). De Martinell se destaca, además de su calidad como arquitecto, el hecho de saber escuchar a los agricultores y viticultores por los que trabajaba. En una disposición ordenada y funcional, el arquitecto sumó las señas de identidad: naves de tipo basilical soportadas por arcos equilibrados, ventanas bajas para una mejor ventilación y fachadas monumentales.
La bodega Cooperativa de Rocafort de Queralt fue la única que recibió ayuda económica directa de la Mancomunitat de Catalunya a través de la Caixa de Crèdit Comunal. La Societat Agrícola Recreativa nació en el marco del cooperativismo con el objetivo de facilitar la adquisición de los productos agrarios y dar una mínima cobertura social a sus miembros. La construcción de la bodega era prioritaria pero las dificultades económicas hicieron que se diera entrada al colectivo de propietarios con la creación de la sección de Viticultura. La Sociedad pasaba a ser sindicato y abarcaba la vía reformista del cooperativismo liderada por los propietarios.
La bodega de Rocafort que se ha presentado hoy es fruto de tres intervenciones realizadas entre 1918 y 1947. Durante los primeros años, constaba de un edificio con dos naves paralelas y una tercera perpendicular que hacía de muelle de descarga y sala de máquinas. Posteriormente se amplió con una dos naves más, la modernización de la sala de máquinas y un nuevo depósito de agua que sustituía al original.
Rocafort fue un banco de pruebas para Cèsar Martinell; con algunas pequeñas modificaciones sobre la cabida de las estibas, el arquitecto ganó 5.000 hectolitros más de capacidad sobre los previstos inicialmente. Pero sin duda, la aportación más decisiva fue la utilización, por primera vez, del arco parabólico gaudiniano como principal soporte de la estructura del edificio. La idea original contemplaba la tradicional cercha de madera como soporte de la cubierta a dos vertientes. Fueron las circunstancias económicas del momento lo que hizo cambiar de idea del arquitecto: con la Primera Guerra Mundial, el precio de la madera se había multiplicado por cinco.
En cuanto a la vertiente más estética de la bodega, destaca la obra cocida utilizada en los arcos de puertas y ventanas, así como el friso de baldosa de cerámica que recorre la cornisa del edificio. La fachada principal de la bodega es perfectamente simétrica y destaca la enorme ventanal compuesto de tres elementos, con arcos rampantes y de medio punto. La puerta consiste en una arco de medio punto adovelado que, a su vez, hace de soporte al gran ventanal. Una composición que se repite en la fachada de las tres naves.
Esta rehabilitación forma parte del programa «Cellers Cooperatius» que desde el año 2009 llevan a cabo conjuntamente la Generalitat de Catalunya y la Obra Social "la Caixa" con el fin de proteger, conservar y difundir el patrimonio cultural catalán configurado por toda una red de bodegas cooperativas y por sus edificios históricos.Las bodegas objeto de actuación están situados en las comarcas del Alt Camp, Conca de Barberà, Priorat y la Terra Alta y fueron construidas entre los años 1913 y 1922. Siete de estas bodegas son obra del arquitecto Cèsar Martinell y en 2002 fueron declarados por la Generalitat de Catalunya Béns Culturals d'Interés Nacional.
El Celler de la Societat Agricola de Rocafort de Queralt
Gracias al programa de ambas instituciones, se ha permitido actuar en esta bodega llevando a cabo un refuerzo estructural del inmueble y la restauración integral de las cubiertas. Para ello se han invertido 350.000 euros. Esta bodega data del año 1918, y significó el «debut» del gran especialista en construcciones agroindustriales de Cataluña, Cèsar Martinell. El resultado final, lleno de innovaciones y atrevimiento arquitectónico, fue una gran plataforma para su carrera.
La bodega fue el debut arquitectónico en construcciones agroindustriales de Cèsar Martinell. (Foto: Generalitat de Catalunya) |
La arquitectura de las bodegas, con un lenguaje que combinaba modernismo y novecentismo y con Martinell como arquitecto más destacado, «era la más importante y significativa que se producía en nuestros pueblos desde la construcción de los templos parroquiales del siglo XVIII» (Joan Fuguet ). De Martinell se destaca, además de su calidad como arquitecto, el hecho de saber escuchar a los agricultores y viticultores por los que trabajaba. En una disposición ordenada y funcional, el arquitecto sumó las señas de identidad: naves de tipo basilical soportadas por arcos equilibrados, ventanas bajas para una mejor ventilación y fachadas monumentales.
La bodega Cooperativa de Rocafort de Queralt fue la única que recibió ayuda económica directa de la Mancomunitat de Catalunya a través de la Caixa de Crèdit Comunal. La Societat Agrícola Recreativa nació en el marco del cooperativismo con el objetivo de facilitar la adquisición de los productos agrarios y dar una mínima cobertura social a sus miembros. La construcción de la bodega era prioritaria pero las dificultades económicas hicieron que se diera entrada al colectivo de propietarios con la creación de la sección de Viticultura. La Sociedad pasaba a ser sindicato y abarcaba la vía reformista del cooperativismo liderada por los propietarios.
La bodega de Rocafort que se ha presentado hoy es fruto de tres intervenciones realizadas entre 1918 y 1947. Durante los primeros años, constaba de un edificio con dos naves paralelas y una tercera perpendicular que hacía de muelle de descarga y sala de máquinas. Posteriormente se amplió con una dos naves más, la modernización de la sala de máquinas y un nuevo depósito de agua que sustituía al original.
Se utilitzó, por primera vez, el arco parabólico gaudiniano como principal soporte de la estructura del edificio (Foto: Generalitat de Catalunya) |
Rocafort fue un banco de pruebas para Cèsar Martinell; con algunas pequeñas modificaciones sobre la cabida de las estibas, el arquitecto ganó 5.000 hectolitros más de capacidad sobre los previstos inicialmente. Pero sin duda, la aportación más decisiva fue la utilización, por primera vez, del arco parabólico gaudiniano como principal soporte de la estructura del edificio. La idea original contemplaba la tradicional cercha de madera como soporte de la cubierta a dos vertientes. Fueron las circunstancias económicas del momento lo que hizo cambiar de idea del arquitecto: con la Primera Guerra Mundial, el precio de la madera se había multiplicado por cinco.
En cuanto a la vertiente más estética de la bodega, destaca la obra cocida utilizada en los arcos de puertas y ventanas, así como el friso de baldosa de cerámica que recorre la cornisa del edificio. La fachada principal de la bodega es perfectamente simétrica y destaca la enorme ventanal compuesto de tres elementos, con arcos rampantes y de medio punto. La puerta consiste en una arco de medio punto adovelado que, a su vez, hace de soporte al gran ventanal. Una composición que se repite en la fachada de las tres naves.
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